Actualmente estamos sumergidos en un mar de datos que no necesariamente se convierten en información. Los datos necesitan filtrarse, descifrarse, refinarse y procesarse para poderse convertir en algún tipo de información. En cuanto este universo de consumo de datos vivimos en las paradojas de la escasez a la sobreabundancia para pasar de la adición al filtrado. El enfoque necesita pasar de la adquisición al discernimiento, de la investigación al reconocimiento de patrones.
Una de las herramientas dentro de la comunicación visual son las infografías.
Las infografías son anteriores a la escritura como medio de diseminación de la información - los dibujos rupestres son probablemente el primer ejemplo conocido. La gente estaba creando y usando mapas antes del advenimiento del lenguaje escrito. En esta línea de pensamiento podemos decir que a la par se gestó el pensamiento visual. El pensamiento visual es la manera en que clasificamos nuestras imágenes mentales usando formas, líneas, colores y composición para hacerlas significativas.
El aprendizaje visual consta de dos componentes: el proceso de toma de conciencia del significado de los elementos visuales y el proceso de aprendizaje de cómo utilizar las representaciones visuales de manera efectiva.
Identificamos dos impedimentos para que los comunicadores de datos utilicen los elementos visuales de manera efectiva: (1) el material visual se trata típicamente como un complemento en lugar de ser una parte integrada del conjunto y (2) hay una falta de identificación de las audiencias objetivo y de refinamiento de los elementos visuales para ellas específicamente.
Por ello enfocamos nuestro proceso creativo al aprendizaje perceptual. El aprendizaje perceptual es una facultad que tenemos tan primaria que nos olvidamos de ella. Misma que usamos de niños para diferenciar la letra U de la V o la A de la B. La belleza de tal aprendizaje es que es automático; no hay ningún pensamiento involucrado. "No sólo vemos, miramos; no sólo oímos, escuchamos", "El aprendizaje perceptivo se autorregula, en el sentido de que la modificación ocurre sin necesidad de refuerzo externo. Está orientado a los estímulos, con el objetivo de extraer y reducir la información necesaria" (Eleanor J. Gibson, 1969) El aprendizaje perceptivo es activo. Nuestros ojos (u otros sentidos) están buscando las pistas correctas. Automáticamente, no se requiere ningún esfuerzo adicional. Tenemos que prestar atención, por supuesto, pero no hay necesidad de encender o ajustar el sistema. Se corrige a sí mismo, se afina a sí mismo. El cerebro trabaja para encontrar las imágenes o sonidos más significativos y filtrar el resto.